Una pareja conforme al corazón de Dios
Jim y Elizabeth en el libro Una pareja conforme al corazón de Dios unen esfuerzos para compartir su sabiduría y experiencia de más de 40 años de vida marital a fin de ayudar a las parejas a acercarse más el uno al otro y a Dios.Los cónyuges descubrirán cómo enriquecer sus matrimonios. Al observar las fortalezas y debilidades de parejas de la Biblia como Abraham y Sara, Booz y Rut, José y María, y otros, aprenderán a conocer los elementos esenciales necesarios para disfrutar de una vida emocionante juntos.
Información adicional
Autores | |
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Año de Publicación | 2015 |
Editorial | |
Formato | Ebook, Libro físico |
Descripción
Descripción
Fragmento del libro Una pareja conforme al corazón de Dios:
1. Recuerda tu propósito. Ya sé, ya sé. Tienes ya una larga lista de responsabilidades y trabajos que Dios te ha asignado. Sin embargo, Dios revela un papel clave en Génesis 2:18: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. El papel número uno, y el propósito para el cual fue creada, es complementar, completar y llenar la vida de Adán, y ser una ayuda para él; en una palabra, ser “esposa”. Me gusta mucho la traducción que dice: “Voy a hacerle alguien que lo acompañe y lo ayude”.
Un año después de volverme cristiana, me senté y escribí algunas metas para mi vida. Empecé con mi pluma en mano y pensé: “Bueno, ¿quién soy yo?”. ¿Qué había cambiado desde que había aceptado a Cristo? La respuesta fue sencilla y profunda a la vez, y al final se convirtió en la declaración de misión de mi vida: “Soy una mujer cristiana, una esposa y una madre”.
Con esa declaración supe el objetivo de mi vida. Al enfrentarme a cada día no tengo que preguntarme cuál es mi propósito. Es glorificar a Dios como una mujer que conoce a Cristo, amar a mi esposo y amar a mis hijos (Tit. 2:4-5). Tu esposo es el número uno. Él es la persona más importante en tu vida, ¡inmediatamente después de Dios mismo! ¿Qué tal una nota autoadhesiva en tu corazón? “Hoy soy la ayuda de mi esposo”.
Y nunca está de más poner esas notas en otros lugares, como en tu Biblia, en la cubierta de tu diario de oración, en la cocina y en el tablero de tu auto, a fin de que recuerdes tu propósito cuando viajas de regreso a casa de tu trabajo, la escuela, la iglesia o los recados.
2. Pregunta siempre. Indudablemente puedes ver a partir de Eva, la madre de todas las metidas de pata, con cuánta rapidez se puede caer en el error cuando como esposas fallamos en consultar a nuestros esposos. Así que, en caso de duda, consulta. Incluso si no hay duda, sigue siendo buena idea presentar tus asuntos a tu hombre. La Biblia enseña que la cabeza de todo hombre es Cristo, y que la cabeza de la mujer es el hombre (1 Co. 11:3). Un esposo es responsable de su esposa. Pregúntale pues a tu esposo cuando no estés segura de algo.
No sé cuántas veces he gritado a mí misma: “¡Elizabeth, no seas una Eva! Averigua qué piensa Jim”. He aprendido (como Eva, a las malas) a preguntar primero y actuar después. Por supuesto, nuestra meta como pareja es tener la misma mente. Y confieso que todo sale muy bien cuando le pregunto a Jim: “Cariño, ¿qué piensas que debo hacer?”, y él me da una respuesta que me agrada. Pero también he aprendido a escuchar sus respuestas y sus razones, y a respetar sus ideas aun cuando no me agradan o no estoy de acuerdo con sus respuestas.
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